¿Hacia una democracia participativa? Del mito del todo digital a una nueva oportunidad para acercar el gobierno a los ciudadanos
Por Diego Levis
La popularización de Internet, a partir del desarrollo de la World Wide Web a mediados de la década de 1990, estuvo acompañada de promesas de todo tipo de transformaciones sociales, culturales y económicas. Diferentes autores comenzaron a atribuir a la red la capacidad de incrementar los niveles de participación ciudadana en los asuntos públicos. En este contexto se comenzó a hablar de “ciberdemocracia”, “democracia electrónica” y “gobierno electrónico” o “E.gobierno”, entre otros términos, como instancia superadora de los mecanismos tradicionales de la democracia representativa.
El potencial comunicativo y de participación que ofrece Internet, hizo que en muchos casos se la presentara como una posible recreación del “ágora ateniense”, en tanto espacio abierto y público que capaz, se afirmaba, de centralizar las actividades culturales, comerciales y políticas. Así Internet comienza a aparecer como un posible medio para establecer canales fluidos de comunicación entre los diferentes poderes del Estado y los ciudadanos. El uso de distintas herramientas de Internet, se sostenía, permitiría incrementar la participación y el compromiso ciudadano en el debate de los asuntos públicos. Sin embargo, en una primera instancia, las promesas de participación se vieron defraudadas. La incorporación de Internet y otras redes interactivas en lo que se refiere al gobierno electrónico quedó limitada en la mayoría de los casos a la posibilidad de hacer trámites y otras gestiones a través de Internet: Por su parte, la mayor parte de los gobernantes y legisladores se limitaron, en el mejor de los casos, a utilizar la red como una vidriera de sus actividades. Situación que empieza a modificarse a partir del desarrollo en los últimos tres, cuatro años de nuevas aplicaciones de Internet que facilitan la participación directa de los usuarios / ciudadanos en la creación y difusión de contenidos de todo tipo, la llamada web social o web 2.0.
En este contexto, son numerosos los políticos que han comenzado a utilizar las posibilidades de estos nuevos medios para comenzar a relacionarse de un modo más directo con los ciudadanos y con distintos tipos de organizaciones sociales, generando novedosos y ricos ámbitos de comunicación y de participación ciudadana, capaces de establecer cimientos para una transformación de la actividad política. Conocida es la importancia que ha tenido la utilización de herramientas de comunicación en red en la campaña presidencial del actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Internet y otros medios digitales constituyen un formidable espacio comunicativo que permite establecer puentes cada más amplios y extendidos entre las personas. Los nuevos medios representan un desafío y una oportunidad para los actores políticos. En el escenario que se presenta los integrantes de los poderes del estado deben considerar el alcance de las corrientes culturales, sociales y políticas que se desarrollan en las sociedades a las que pertenecen y en una segunda instancia, comenzar a utilizar la oportunidad que se les presenta para establecer una relación directa y fluida con los ciudadanos, renovando y fortaleciendo, de este modo, la representación democrática.
La popularización de Internet, a partir del desarrollo de la World Wide Web a mediados de la década de 1990, estuvo acompañada de promesas de todo tipo de transformaciones sociales, culturales y económicas. Diferentes autores comenzaron a atribuir a la red la capacidad de incrementar los niveles de participación ciudadana en los asuntos públicos. En este contexto se comenzó a hablar de “ciberdemocracia”, “democracia electrónica” y “gobierno electrónico” o “E.gobierno”, entre otros términos, como instancia superadora de los mecanismos tradicionales de la democracia representativa.
El potencial comunicativo y de participación que ofrece Internet, hizo que en muchos casos se la presentara como una posible recreación del “ágora ateniense”, en tanto espacio abierto y público que capaz, se afirmaba, de centralizar las actividades culturales, comerciales y políticas. Así Internet comienza a aparecer como un posible medio para establecer canales fluidos de comunicación entre los diferentes poderes del Estado y los ciudadanos. El uso de distintas herramientas de Internet, se sostenía, permitiría incrementar la participación y el compromiso ciudadano en el debate de los asuntos públicos. Sin embargo, en una primera instancia, las promesas de participación se vieron defraudadas. La incorporación de Internet y otras redes interactivas en lo que se refiere al gobierno electrónico quedó limitada en la mayoría de los casos a la posibilidad de hacer trámites y otras gestiones a través de Internet: Por su parte, la mayor parte de los gobernantes y legisladores se limitaron, en el mejor de los casos, a utilizar la red como una vidriera de sus actividades. Situación que empieza a modificarse a partir del desarrollo en los últimos tres, cuatro años de nuevas aplicaciones de Internet que facilitan la participación directa de los usuarios / ciudadanos en la creación y difusión de contenidos de todo tipo, la llamada web social o web 2.0.
En este contexto, son numerosos los políticos que han comenzado a utilizar las posibilidades de estos nuevos medios para comenzar a relacionarse de un modo más directo con los ciudadanos y con distintos tipos de organizaciones sociales, generando novedosos y ricos ámbitos de comunicación y de participación ciudadana, capaces de establecer cimientos para una transformación de la actividad política. Conocida es la importancia que ha tenido la utilización de herramientas de comunicación en red en la campaña presidencial del actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Internet y otros medios digitales constituyen un formidable espacio comunicativo que permite establecer puentes cada más amplios y extendidos entre las personas. Los nuevos medios representan un desafío y una oportunidad para los actores políticos. En el escenario que se presenta los integrantes de los poderes del estado deben considerar el alcance de las corrientes culturales, sociales y políticas que se desarrollan en las sociedades a las que pertenecen y en una segunda instancia, comenzar a utilizar la oportunidad que se les presenta para establecer una relación directa y fluida con los ciudadanos, renovando y fortaleciendo, de este modo, la representación democrática.
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