jueves, 13 de agosto de 2009

Curso "Enseñar y aprender con TIC"



ÚLTIMA SEMANA DE INSCRIPCIÓN


CURSO de ACTUALIZACIÓN:
Área Comunicación y Educación
Enseñar y aprender con Tecnologías de la Información y la Comunicación
4ª Edición
ABIERTA LA INSCRIPCIÓN 2º cuatrimestre de 2009

A través de la resolución nº 997 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aprobó como muy bueno este proyecto de Formación Docente.
Puntaje en calidad de especifico: 0.396
Puntaje en calidad de no especifico: 0.198

Inicio: viernes 21 de agosto de de 2009
Duración: 12 semanas
Dirección y coordinación académica: Dr. Diego Levis (U.B.A)

Destinatarios: Docentes de todos los niveles. Investigadores en ciencias sociales, educación y comunicación. Estudiantes de educación, ciencias sociales y comunicación. Directivos de instituciones educativas. Capacitadores empresariales. Formadores sociales y otros profesionales interesados en la incorporación de las tecnologías informáticas en los procesos de enseñanza y aprendizaje

Modalidad: a través de plataforma web del CAICyT
Acreditación: Certificado de curso emitido por CAICYT-CONICET
Aranceles:
Para Argentina: $350 (o 3 cuotas de $120)
Para Latinoamérica: U$S 150
Resto del mundo: U$S 350

Ver propuesta completa y contenidos en: http://www.caicyt.gov.ar/cursos/agenda
Para mayor información:
Contactar a Luciana Guglielmo en: cursos@caicyt.gov.ar
Saavedra 15 - Piso 1 (C1083ACA) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Te. (54 11) 4951-6975, 3490 y 4954-5467 int: 13

Por favor, si puede difunda esta información. Muchas gracias

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martes, 4 de agosto de 2009

Una noticia sin relumbre


Hace algo menos de dos meses la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) informó que más de mil millones de personas en el mundo - uno de cada seis habitantes de nuestro planeta- sufre hambre cada día. Las previsiones no son halagüeñas. Durante este año, prevé el organismo internacional, esta cifra se incrementará en un 10%.
El número de personas con hambre aumentó en los últimos diez años en todas las regiones del mundo menos en Latinoamérica y el Caribe (¿incluida la Argentina?)
Ante esto resulta fácil caer en la tentación de la demagogia, pero lo importante es preguntarnos si realmente nos importa, y si es así, que podemos hacer para cambiar esta realidad.

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lunes, 3 de agosto de 2009

Trazos de un país sin memoria

Esta mañana leí en Página 12 dos artículos que, por razones diferentes, me provocaron una gran desazón ante la situación de nuestro país. Un país empeñado en hacerse daño a sí mismo, en donde casi nadie pareciera asumir que el bienestar material y espiritual de cada uno depende del bienestar de quienes nos rodean.
En los últimos meses, antes y después de las elecciones, el transcurrir político del país me produce más escalofrío del habitual, posiblemente debido a que todavía conservo la memoria del país que viví en mi infancia y adolescencia, allá por finales de la década de 1960 y comienzos de la horripilante década de 1970, posiblemente la peor en nuestra historia durante el siglo XX.
Seguramente los muchos años vividos en el exterior han dificultado el desarrollo en mí de la necesaria caparazón para evitar ser dañado por la sucesión de amenazas veladas y a veces abiertas con que nos agasajan día a día algunos personajes y sectores de nuestra sociedad, empeñados en considerarse amos y señores del destino de todos los argentinos, desde la cima en que los colocan los medios de comunicación, otorgándoles un protagonismo desmedido, por razones en las que prefiero no pensar.
Alguna vez hubo una fábrica (Berazategui, Bs.As)
Entre tanto, mientras unos y otros discuten el reparto de la torta, gran parte del país (un país somos las personas que vivimos en él, no una abstracción) vive cada vez peor (la pobreza creciente, la tensión y la violencia cotidiana, la corrupción extendida, la falta de registro de nuestros semejantes, el sálvese quien pueda y sobre todo la falta de proyectos de futuro, aquello que algunos llamamos desesperanza).
Ojalá sepamos comenzar una etapa de construcción de un espacio común en el que todos podamos vivir con alegría. La falta de palabra, la desmemoria, la soberbia, el compadreo, la prepotencia y la hipocresía no son los mejores materiales para ello.

Artículos mencionados en el texto:
La solidaridad diluida por el agua - por Ailín Bullentini
Se vienen . por Eduard Aliverti

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