El miedo a la infancia: cosificación, criminalización y consumo
Vivimos en una sociedad que se relaciona de un modo ambivalente con niños y adolescentes. A los niños y a las niñas generalmente se los presenta como seres casi indefensos, inermes, sujetos a ser formados (preferentemente a imagen y semejanza de un modelo ideal casi inexistente, presumiblemente inalcanzable), maleables como la arcilla, de personalidad volátil, inocentes, enternecedores, frágiles. Pero en realidad pocas veces se los mira, pocas veces se los escucha, rara vez se los entiende. Se los desconoce y como se los desconoce se los teme.
Con los adolescentes la relación es abiertamente conflictiva. Mientras los adultos aspiramos a encontrar el elixir de la juventud eterna, muchas veces nos empeñamos a ver a los adolescentes como niños traviesos, poco dados a respetar nuestra autoridad o, incapaces de contenerlos, terminamos condenando sus prácticas y costumbres, muchas de ellas estimuladas por el propio entorno social en el que viven (familia, medios de comunicación e incluso la propia escuela). En ocasiones, directamente se los criminaliza, en especial cuando al hecho de ser adolescente se le añade la pobreza o el origen étnico.
Impulsamos a niños y niñas a ser máquinas de consumir, sin importarnos lo que genera en ellos, en particular en aquellos que viven en condiciones de precariedad económica y afectiva.
Los medios de comunicación reflejan con claridad la ambivalencia a la que me refiero, oscilando, como si se tratara de un laberinto de espejos deformantes, entre la imagen del niño-adolescente inocente y el niño temible. Entre el enternecedor y el violento, entre el que juega y el que roba, entre el que estudia y el que amenaza. Niños víctima, niños victimarios . Al fondo, rondando, un tinte de autoritarismo y discriminación que confunde libertad con inseguridad.
Sin embargo, pocas veces, percibimos en los medios la presencia del niño y del joven real. El que transgrede porque busca, el que descubre, el que ama, el que crea cada día su vida, el que se asusta y se angustia por su presente y por su futuro, el que se esperanza, el que aspira con cambiar el mundo, el que huye de las miradas desconfiadas que tantas veces reciben los jóvenes por el sólo hecho de serlo, víctimas del miedo (¿biológico? ¿cultural? ¿animal?) al cachorro que está llamado a ocupar nuestro lugar en el mundo.He seleccionado unos pocos artículos periodísticos que muestran algo de lo cuentan los diarios relativo a niños y adolescentes (y como lo cuentan). El niño/adolescente como criminal:
Con los adolescentes la relación es abiertamente conflictiva. Mientras los adultos aspiramos a encontrar el elixir de la juventud eterna, muchas veces nos empeñamos a ver a los adolescentes como niños traviesos, poco dados a respetar nuestra autoridad o, incapaces de contenerlos, terminamos condenando sus prácticas y costumbres, muchas de ellas estimuladas por el propio entorno social en el que viven (familia, medios de comunicación e incluso la propia escuela). En ocasiones, directamente se los criminaliza, en especial cuando al hecho de ser adolescente se le añade la pobreza o el origen étnico.
Impulsamos a niños y niñas a ser máquinas de consumir, sin importarnos lo que genera en ellos, en particular en aquellos que viven en condiciones de precariedad económica y afectiva.
Los medios de comunicación reflejan con claridad la ambivalencia a la que me refiero, oscilando, como si se tratara de un laberinto de espejos deformantes, entre la imagen del niño-adolescente inocente y el niño temible. Entre el enternecedor y el violento, entre el que juega y el que roba, entre el que estudia y el que amenaza. Niños víctima, niños victimarios . Al fondo, rondando, un tinte de autoritarismo y discriminación que confunde libertad con inseguridad.
Sin embargo, pocas veces, percibimos en los medios la presencia del niño y del joven real. El que transgrede porque busca, el que descubre, el que ama, el que crea cada día su vida, el que se asusta y se angustia por su presente y por su futuro, el que se esperanza, el que aspira con cambiar el mundo, el que huye de las miradas desconfiadas que tantas veces reciben los jóvenes por el sólo hecho de serlo, víctimas del miedo (¿biológico? ¿cultural? ¿animal?) al cachorro que está llamado a ocupar nuestro lugar en el mundo.He seleccionado unos pocos artículos periodísticos que muestran algo de lo cuentan los diarios relativo a niños y adolescentes (y como lo cuentan). El niño/adolescente como criminal:
- "En el Día del Niño: los padres delegan en sus hijos la elección del regalo. Ahora, los chicos eligen qué regalarse" en La Nación, 10 de agosto de 2008
- "La doma de los jóvenes bravíos" por Juan Gelman, en Página 12, 31/01/08
- LOS JOVENES, LA SEGURIDAD Y LA MANO DURA CONTRA LA VIOLENCIA, SEGUN DOS EXPERTOS INTERNACIONALES “Lo que crece es el eco social” en Página 12, 21-12-2008
- "Izquierda, discriminación y seguridad" por José Natanson en Página 12, 17-11-08
- TENDENCIA QUE CRECE ENTRE ALGUNAS TRIBUS URBANAS Y PREOCUPA A PADRES Y EXPERTOS El debut sexual de los adolescentes está dejando de ser un acto íntimo en Clarín, 09/09/2008
Etiquetas: "Infancia y juventud", Debates, Sociedad
1 Comentarios
Aguda, sensible e interesante reflexión en torno a la percepción que se tiene de niñas/os y adolescentes. Ofreces asimismo una mirada positiva en la que niñas/os y adolescentes se sentirían a gusto con la visión que les devuelves en ese nuevo espejo, en un intento por clarificar las imágenes para que abandonen su condición distorsionada.
Paralelamente estimo que abres nuevas vías para pensar cuando expresas que los medios reflejan con claridad esa ambivalencia que describes.
No soy experta en comunicación y tal vez mi comentario pueda sonar algo pueril o inconsistente, pero siempre pensé que los medios tenían la propiedad de instalar un tema o una problemática - cuyo destino a la vez podía ser el de su aceptación como verdad o bien el de languidecer pasado un tiempo - pero no había prestado suficiente atención a lo que propones acerca de que los medios pueden especialmente hacerse eco de una percepción en una suerte de caja de resonancia, contribuyendo de algún modo a cristalizarla...
Resta entonces preguntarme si ambas acciones - reflejar la realidad o construirla - responden cada una de ellas a condicionamientos y a objetivos diferentes siendo a la vez funcionales o no a algo o a alguien, si surgen motivadas y en asociación a la "importancia" mediática de lo que se percibe anticipando lo que puede llegar a ser una gran noticia, y si a la vez merecen o no cada una de ellas alguna distinción.
Irene
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